- Che, Juan, te lo cuento ahora antes de que te termine llegando por otro lado: me separe de Ana.
- Nooo, en serio? Me estás jodiendo.
- No boludo, en serio.
- Pero y qué paso?!
- Y si ya sabes… hace rato no iba más la cosa.
- No me chamuyes, siempre sentimos que no da para más. Qué paso, algo grave?
- Pero no, la puta que te parió, en serio. Ya está. Estaba terminado. Hace rato.
- Qué cagada, loco, qué bajón. Le dijiste al resto de los chicos?
- Y qué queres que les diga, a quién? Damián y Leandro ya pasaron por esto, uno hace un año, el otro hace ocho meses, ninguno lo termina de asumir. No quieren salir de sus casas ni a tomar un liso. Juan Manuel, ni te cuento, Laura es una psicópata que después de cortarlo le mantiene en vilo las expectativas de volver, y él compra como un gil. Y Francisco esta deprimido, no encuentra trabajo en esa ciudad de mierda en la que vive. Te lo comento a vos, que sos el único cuerdo que no metió a nadie a vivir a su casa, y que -hasta ahora- no rajaron del laburo. De ese laburo que ninguno de nosotros todavía entiende de qué mierda se trata. Creo que ni vos sabes.
En qué momento se fue todo a la mierda. En qué momento la vida nos reventó de esa manera. Si solo hasta hace unos años, meses, nada, nos despertábamos y sentíamos que éramos felices. Y hoy, a esa felicidad, tenemos que reinventarla día a día, con el café con leche y las tostadas. El problema, creo, es que nunca creímos en la desesperación. En su poder avasallador. La subestimamos. Porque siempre la pensamos como algo que le puede toca a otros, a los demás. Pero no. Con 29 años mi vida es un quilombo, y las preguntas se acumulan. Las frustraciones también: no habrá respuestas a todas esas preguntas. O por lo menos no tendremos las respuestas que esperábamos, lo cual es doblemente frustrante. Ese es mi karma. Esta ansiedad de mierda, que ni mi psicóloga puede terminar de configurar ni lo podrá hacer mientras yo siga esperando algún síntoma de contratransferencia.
- Nooo, en serio? Me estás jodiendo.
- No boludo, en serio.
- Pero y qué paso?!
- Y si ya sabes… hace rato no iba más la cosa.
- No me chamuyes, siempre sentimos que no da para más. Qué paso, algo grave?
- Pero no, la puta que te parió, en serio. Ya está. Estaba terminado. Hace rato.
- Qué cagada, loco, qué bajón. Le dijiste al resto de los chicos?
- Y qué queres que les diga, a quién? Damián y Leandro ya pasaron por esto, uno hace un año, el otro hace ocho meses, ninguno lo termina de asumir. No quieren salir de sus casas ni a tomar un liso. Juan Manuel, ni te cuento, Laura es una psicópata que después de cortarlo le mantiene en vilo las expectativas de volver, y él compra como un gil. Y Francisco esta deprimido, no encuentra trabajo en esa ciudad de mierda en la que vive. Te lo comento a vos, que sos el único cuerdo que no metió a nadie a vivir a su casa, y que -hasta ahora- no rajaron del laburo. De ese laburo que ninguno de nosotros todavía entiende de qué mierda se trata. Creo que ni vos sabes.
En qué momento se fue todo a la mierda. En qué momento la vida nos reventó de esa manera. Si solo hasta hace unos años, meses, nada, nos despertábamos y sentíamos que éramos felices. Y hoy, a esa felicidad, tenemos que reinventarla día a día, con el café con leche y las tostadas. El problema, creo, es que nunca creímos en la desesperación. En su poder avasallador. La subestimamos. Porque siempre la pensamos como algo que le puede toca a otros, a los demás. Pero no. Con 29 años mi vida es un quilombo, y las preguntas se acumulan. Las frustraciones también: no habrá respuestas a todas esas preguntas. O por lo menos no tendremos las respuestas que esperábamos, lo cual es doblemente frustrante. Ese es mi karma. Esta ansiedad de mierda, que ni mi psicóloga puede terminar de configurar ni lo podrá hacer mientras yo siga esperando algún síntoma de contratransferencia.
- Y qué vas a hacer, tenes adónde
ir a parar al menos? No querés venirte unos días a acá, a Rafaela?
- Ya veré. Tengo un caos en la cabeza en este momento, no se ni por donde empezar.
- Y con Julián cómo van a hacer? Lo hablaron?
- Algo. Una semana ella, una semana yo. Una recomendación de amigo: no tengas hijos, Juan. Es una experiencia hermosa, pero muy picasesos.
Porqué nadie nos enseñará de estas cosas en la Escuela. Digo, cómo surfear la ola entre las cotidianeidades hinchapelotas de pagar alquiler, las cuentas, tener el auto en regla, y los otros problemas, los serios: criar un pibe, sobrevivir a una separación, o reponerte de una pérdida irreemplazable. Estos conocimientos podrían ser de una utilidad práctica inimaginable. Porque cuando se te vienen encima algunas de esas cositas, o varias al mismo tiempo, y te agarran sin herramientas para asimilarlas, te dejan la cabeza llena de canas. O de cama. Pienso: deberían reformar los contenidos educativos, la escuela formal es una verdadera farsa, la puta madre. Mi amigo me sigue contando de su separación por teléfono, hace catarsis, se da cuenta de algo, me advierte:
- Juan, se me vienen meses duros.
- Lo se, Rober, me di cuenta desde el primer minuto. Se te vienen meses durísimos. Vas a tener que resistir.
Alguien nos enseñó a resistir?
@JoaquinitoAzcu
- Ya veré. Tengo un caos en la cabeza en este momento, no se ni por donde empezar.
- Y con Julián cómo van a hacer? Lo hablaron?
- Algo. Una semana ella, una semana yo. Una recomendación de amigo: no tengas hijos, Juan. Es una experiencia hermosa, pero muy picasesos.
Porqué nadie nos enseñará de estas cosas en la Escuela. Digo, cómo surfear la ola entre las cotidianeidades hinchapelotas de pagar alquiler, las cuentas, tener el auto en regla, y los otros problemas, los serios: criar un pibe, sobrevivir a una separación, o reponerte de una pérdida irreemplazable. Estos conocimientos podrían ser de una utilidad práctica inimaginable. Porque cuando se te vienen encima algunas de esas cositas, o varias al mismo tiempo, y te agarran sin herramientas para asimilarlas, te dejan la cabeza llena de canas. O de cama. Pienso: deberían reformar los contenidos educativos, la escuela formal es una verdadera farsa, la puta madre. Mi amigo me sigue contando de su separación por teléfono, hace catarsis, se da cuenta de algo, me advierte:
- Juan, se me vienen meses duros.
- Lo se, Rober, me di cuenta desde el primer minuto. Se te vienen meses durísimos. Vas a tener que resistir.
Alguien nos enseñó a resistir?
@JoaquinitoAzcu
Santa Fe, 19 de Julio de 2013