viernes, 19 de julio de 2013

Costumbrismo en microrelatos: Los Reventados

- Che, Juan, te lo cuento ahora antes de que te termine llegando por otro lado: me separe de Ana. 
- Nooo, en serio? Me estás jodiendo.
- No boludo, en serio.
- Pero y qué paso?!
- Y si ya sabes… hace rato no iba más la cosa.
- No me chamuyes, siempre sentimos que no da para más. Qué paso, algo grave?
- Pero no, la puta que te parió, en serio. Ya está. Estaba terminado. Hace rato.
- Qué cagada, loco, qué bajón. Le dijiste al resto de los chicos?
- Y qué queres que les diga, a quién? Damián y Leandro ya pasaron por esto, uno hace un año, el otro hace ocho meses, ninguno lo termina de asumir. No quieren salir de sus casas ni a tomar un liso. Juan Manuel, ni te cuento, Laura es una psicópata que después de cortarlo le mantiene en vilo las expectativas de volver, y él compra como un gil. Y Francisco esta deprimido, no encuentra trabajo en esa ciudad de mierda en la que vive. Te lo comento a vos, que sos el único cuerdo que no metió a nadie a vivir a su casa, y que -hasta ahora- no rajaron del laburo. De ese laburo que ninguno de nosotros todavía entiende de qué mierda se trata. Creo que ni vos sabes.

En qué momento se fue todo a la mierda. En qué momento la vida nos reventó de esa manera. Si solo hasta hace unos años, meses, nada, nos despertábamos y sentíamos que éramos felices. Y hoy, a esa felicidad, tenemos que reinventarla día a día, con el café con leche y las tostadas. El problema, creo, es que nunca creímos en la desesperación. En su poder avasallador. La subestimamos. Porque siempre la pensamos como algo que le puede toca a otros, a los demás. Pero no. Con 29 años mi vida es un quilombo, y las preguntas se acumulan. Las frustraciones también: no habrá respuestas a todas esas preguntas. O por lo menos no tendremos las respuestas que esperábamos, lo cual es doblemente frustrante. Ese es mi karma. Esta ansiedad de mierda, que ni mi psicóloga puede terminar de configurar ni lo podrá hacer mientras yo siga esperando algún síntoma de contratransferencia.



- Y qué vas a hacer, tenes adónde ir a parar al menos? No querés venirte unos días a acá, a Rafaela?
- Ya veré. Tengo un caos en la cabeza en este momento, no se ni por donde empezar.
- Y con Julián cómo van a hacer? Lo hablaron?
- Algo. Una semana ella, una semana yo. Una recomendación de amigo: no tengas hijos, Juan. Es una experiencia hermosa, pero muy picasesos.

Porqué nadie nos enseñará de estas cosas en la Escuela. Digo, cómo surfear la ola entre las cotidianeidades hinchapelotas de pagar alquiler, las cuentas, tener el auto en regla, y los otros problemas, los serios: criar un pibe, sobrevivir a una separación, o reponerte de una pérdida irreemplazable. Estos conocimientos podrían ser de una utilidad práctica inimaginable. Porque cuando se te vienen encima algunas de esas cositas, o varias al mismo tiempo, y te agarran sin herramientas para asimilarlas, te dejan la cabeza llena de canas. O de cama. Pienso: deberían reformar los contenidos educativos, la escuela formal es una verdadera farsa, la puta madre. Mi amigo me sigue contando de su separación por teléfono, hace catarsis, se da cuenta de algo, me advierte: 

- Juan, se me vienen meses duros. 
- Lo se, Rober, me di cuenta desde el primer minuto. Se te vienen meses durísimos. Vas a tener que resistir.

Alguien nos enseñó a resistir?



@JoaquinitoAzcu

Santa Fe, 19 de Julio de 2013

domingo, 14 de julio de 2013

Normalidades altisonantes



Yo no sé por qué el sargento
Me llevó al destacamento
Si somos una familia muy normal

(Mr. Jones o pequeña semblanza de una familia tipo americana,

Sui Generis, 1973)


Normal. Normal. Normal. Repetí esa palabra tres veces. Diez. Cien veces. Repetila las veces que quieras. Aprovecha este segundo para gritarla., agarrarla en el aire, doblarla y ponerla en tu bolsillo. Lo bueno será que cada vez que la pronuncies, en el contexto que se te ocurra, va a tener un sentido diferente. A modo de ejercicio, repetila y usala en cualquier ámbito: en tu trabajo, en la cancha, teniendo sexo, en el colectivo, en la calle, en el club, referida al clima, a esta humedad santafesina insoportable. Es ya tan habitual su pronunciación que pasamos por alto su  complejidad relativa, si la misma fuera pronunciada en el lugar y en el momento equivocado. Y creo que de todos los lugares adonde es recomendable imperiosamente no usarla hay uno en particular: en la Política. O mejo dicho, en un slogan político de campaña. Ahí no. Ahí te metes en un terreno bastante sinuoso. Mi vecina le llama berenjenal. Debo confesar que no me gustó nada eso de “Un país Normal”.

Normal es solo una palabra. Una entre tantas de nuestra prolifera lengua, y que no tiene porqué tener una carga negativa o positiva per se. El tema es que sin contexto somos todos marcianos. El ideario sociocultural de ‘Normalidad’ suele tener diferentes acepciones, pero en casi todas las oportunidades apuntala una misma idea: la de legitimar lo establecido. Lo normal entendido como lo que ocurre siempre, habitualmente, y por eso no produce extrañeza. Lo normal como regla general, como norma fijada de antemano. Preguntas: Qué cosa ocurre siempre? A quién no le producen extrañezas algunas ‘normalidades’? Cuál regla general? Fijada de antemano por quién? Qué apellido tiene este señor? Lo conozco al menos?

Guste o no guste el vocablo Normal suele empleárselo en innumerables ocasiones para justificar atrocidades. Para marcar privilegios de clase. Para articular dialécticamente defensas hegemónicas. ¿Quién dijo que lo normal es necesariamente bueno? Esa palabra podrá tener un uso correcto en lo estadístico. Pero difícilmente sea adecuada aplicarla genéricamente en el campo de lo social. Es que no deja de hacerme ruido entender que lo Normal esta asociado a cierto sentido común, y, como dijo gran amigo, el sentido común -en este país- es de derecha. Eso último que dije fue un chiste (pero no tanto).

Entiendo que las palabras no son una cuestión menor a la hora de transmitir ideas, pensamientos, o sentar posiciones. A la hora de definir qué somos y qué queremos. Hablando jurídicamente, es una cuestión fondo y formas. La palabra es parte de las formas. Y las formas -ya todos lo sabemos- son parte esencial del fondo. Elegir una palabra en vez de otra nunca puede ser inocente. Porque la utilización de una expresión determinada modifica el sujeto receptor. O sea, a quien le estamos hablando. Se pasa a transmitir un mensaje a ciertos actores sociales, dejando de lado a otros. Las palabras son la vestimenta de nuestra ideología.

Hagamos todo esto un poco más grafico. Hace no mucho tiempo, año 2010, las organizaciones sociales del colectivo LGBT, después de años de desencuentros, finalmente pudieron limar asperezas, ponerse de acuerdo, y armar una estrategia para empezar a dar la madre de todas las batallas: la (improbable, por aquel entonces) aprobación de la ley de Matrimonio Igualitario y adopción por parte de parejas del mismo sexo.

Exactamente mañana, 15 de junio, se estarán cumpliendo 3 años de su aprobación. Y fueron estas mismas organizaciones en aquel entonces las que decidieron ponerle el cuerpo a esa lucha. Les toco enfrentarse en innumerables ocasiones (foros, debates televisivos, radiales, audiencias públicas, etc) a fanáticos religiosos, políticos de extrema derecha, conductores televisivos de limitada formación, que los acusaban de que la ley por la que abogaban amenazaba romper los parámetros sociales de normalidad -ubicando al colectivo, por contraposición, en un lugar de anormalidad-. Que el país no estaba preparado para esto. Que el hecho de que parejas de un mismo sexo quisieran adoptar era anormal, intolerable. Cargaron con el estigma de esa palabra durante meses. Pero finalmente tuvieron su recompensa. Y quedaron en evidencia los estándares ‘normalizadores’ de una sociedad hipócrita, que se aferro a esa palabra para segregar. Porque, claro, el lenguaje puede ser una herramienta poderosísima para muchas cosas, incluso para segregar, discriminar, o acentuar relaciones asimétricas de poder. Ese año 2010 marcará un hito en la historia social de nuestro país. Es el año en el que pudimos sentir orgullo del lugar en el que nos toco nacer.

Por eso creo sana la idea de hacer una revisión crítica a la normalidad. De hecho, creo que la locura, en tiempos tan agitados, es una muestra de perfecta cordura. Y el ejemplo del Matrimonio igualitario, y los actores que supieron hacerlo realidad, es la fiel prueba de eso.

No hay que subestimar el vocabulario. Ni a los interlocutores de ese vocabulario. Hay prácticas que son “Normales”, y que no debieran serlas. Y hay actitudes, y personajes históricamente acusados de anormales más cuerdos que cualquiera de nosotros. Foucault (te amamos, Michael) se anticipo a todo esto: hablo de locura, normalidad, anormalidad, marginación y prácticas de dominación. El tema es que los genios del marketing parecieran no haberlo leído. Mala de ellos.


@JoaquinitoAzcu
Santa Fe, 14 de Julio de 2013

miércoles, 10 de julio de 2013

Sonata de apertura

Cualquier pelotudo tiene un blog”. Feinmann -hablo del que escribe libros, no del que los quema- siempre tuvo razón. Cualquier pelotudo tiene un blog. De más esta decir que no todos contamos con un poder de síntesis tan exquisito como el de José Pablo. Él supo esgrimir esa máxima tan real, en poquísimas palabras: Cualquier pelotudo tiene un blog. A diferencia de JP (que parecía enojado cuando pronuncio esa frase en la Feria del Libro de 2008) celebro que cualquier pelotudo pueda tener un blog. Y quizá sea por eso que a partir de hoy estaré aquí también. Para contribuir a esa afirmación y hacer honor a sus palabras.

Después de idas y vueltas. De dudar sobre la necesidad/utilidad/conveniencia de mudarme a esta plataforma de escritura, este día nublado y húmedo me encuentra -casi como una alabanza a la atemporalidad, a eso de ir a contraluz- balbuceando desordenadamente en un blog, en tiempos donde dicha herramienta virtual pareciera estar siendo fagocitada por las redes sociales. Bien podría ser tomado como una suerte de desafío. Mentira. Ningún desafío. De estas futuras páginas no se pretenderá nada. De nada. Aquí no habrá intenciones de buscar verdades reveladas. Quién escribe no posee agudeza literaria, no se caracteriza por sus destellos lingüísticos, ni por contar con una pluma aguda y punzante. Será solo un canal en el que intentaré encadenar frases inconexas. Que puedan, finalmente -en algún tránsito de esta vida- tener algún sentido. Y eso sí ya podemos tomarlo como un desafío: intentar que las cosas (una, al menos) puedan tener algún sentido.

Queda entre nosotros” es solo una gran excusa. Un almacén de escritos, para, en alguna oportunidad, reflexionar desde la tribuna. A veces será solo provocar. Y en otras, será la conjunción de ambas al mismo tiempo. O sea, tribunear. Por un rato, sin sensaciones de culpa. No nos negaremos tampoco a la posibilidad de que emerja la pulsión catartica, nada de otro mundo, para eso se crearon los blogs. Al fin y al cabo bloggear es graffitear con comas y puntuaciones.

La duda -valida, a mi entender- sobre tener o no un blog siempre recayó sobre si escribir adquiere hoy algún significado. Tiempos complicados para la escritura. Tiempos de binarismo pelotudo e idiotizante. Tiempos en el que la HEGEMONIA nos quieren convencer de que ser gris, en algunas oportunidades, es ser tibio. Tiempos fanáticos. La clave sigue siendo evaluar si tenemos o no tenemos algo para decir. Y poder traducirlo en palabra escrita, claro. Alguien alguna vez dijo: “Se escribe como se habla”. No deja de ser otra mentira. Escribiendo soy mediocre. Hablando bastante peor. A quién le importa. Si, en definitiva, lo que se intentará hacer aquí es darle otra vuelta de tuerca a las cosas. Analizar la realidad desde una óptica retorcida, llevando la lógica a cierto extremo, sin caer en linealidades. Pero entendiendo que es en ese lugar, ahí, en las marginales fronteras del pensamiento, adonde surgen las mejores reflexiones.

Esta es la apertura. Es la Gala imaginaria sin esmoquin que empieza a dar vida a este fracaso anunciado que será “Queda entre nosotros”. Me tome el laburo de postear mas abajo algunos escritos que estaban en mis notas de facebook. La posibilidad que nos da blogger  -saludos, de paso- de hacer comentarios estará siempre abierta. No tengan expectativas con nada de lo que aquí pueda escribirse. Critiquen, y sean despiadados con lo que se diga en este espacio. Luego, sean despiadados con ustedes mismos. Ríanse de su existencia mirándose al espejo, y señalándose con el dedo. Luego autoelógiense por su virtudes, que -siempre- las tenemos. Y sigan caminando. Porque, en definitiva, uno de los secretos de la vida es ese, chicos: caminar. Y seguir caminando. Pero, por favor, que quede entre nosotros.



@JoaquinitoAzcu
Santa Fe, 7 de julio de 2013

Tristeza otoñal en el Mar Rojo

Domingo 9 de junio, año 2013. Son las 15:47hs de una fría y nublada tarde de otoño. Algunos rayos de sol intentan colarse por mi ventana, se entremezclan con el relato televisivo del partido que suena de fondo. Y no cabe dudas que este momento será imborrable. Entre lágrimas y sollozos se me ocurre escribir. Se me ocurre dejar sentado -en palabras- mis sensaciones, en este, uno de los días más tristes de mi vida. En una situación que jamás pensé que tendría que vivir: El Club Atlético Independiente, mi club, el orgullo nacional, esta descendiendo de categoría de manera inevitable.

Una catarata imparable de recuerdos se suceden una y otra vez por mi cabeza, recuerdos de cuando mi querido Rojo atravesaba momentos de gloria, que se traducían en felicidad absoluta, en una suerte de alegría inconmensurable, que no todos pueden darse el lujo de conocer. Imágenes fugaces de mis 9 años, en aquellas siestas de domingo en Rosario del Tala, sentado en el living de mi casa, mis hermanos durmiendo, y yo escuchando la transmisión radial con los auriculares puestos, y pegado al equipo Noblex con tocadiscos de mi querido viejo, del Pancho, a quien le debo mi filiación futbolera, y a quien le voy a agradecer eternamente haberme hecho hincha del club mas lindo del planeta. Seguramente él, junto a mi hermano Franco, estarán ahora en Entre Ríos sentados frente al televisor, atónitos. Como pidiéndole explicaciones al cielo, como queriendo encontrar respuestas. Como debe estar toda la marea roja en este momento

Aquellas anécdotas datan de 1989. Son los primeros recuerdos conscientes de mi fanatismo rojo. Eran los últimos años de la vida deportiva del Bocha, de Ricardo Enrique Bochini, símbolo indiscutido e historia viviente del CAI. El bocha, ídolo de grandes y chicos de diferentes clubes, nos daría ese mismo año el Torneo Nacional, con un equipo humilde, pero con el sello distintivo de independiente, de paladar negro y pierna templada. De corazón y fútbol, como fueron siempre los grandes equipos rojos. Como su historia manda.

Luego vendrían más alegrías, vendría la primera etapa de Miguelito Brindisi, y ese equipo infernal de 1994: Islas, Craviotto, Rotchen, Serrizuela, Ramirez, Cagna, Perico Pérez, Gustavito López, Garnero, Rambert y el Palomo Usuriaga. Una de las pocas formaciones que se recitar de memoria, y con la que me sucedía algo que pocas veces pude sentir en mi vida de aficionado a este deporte: la sensación de que los partidos estaban ganados antes de que empezaran. Pareciera ser que -por aquellos años- la mística Copera y la rica historia de mi club se materializaban simbióticamente, para ir por los vestuarios visitantes en la previa de cada partido, golpeando la puerta, y diciendo, “Ojo, acá esta Independiente señores”.

Ese mismo 1994 le ganaríamos una recordada final de Supercopa a Boca, coronándonos campeones por primera vez de esa competencia. Un año más tarde, en 1995, nos haríamos de la Recopa, en Japón, frente al Vélez de Bianchi. Y más tarde, en la segunda mitad de ese año repetiríamos la obtención de la Supercopa, ya con el Zurdo López como técnico. Vendría una larga de sequía de consagraciones, hasta ese arrasador equipo del Tolo Gallego de 2002. Y ocho años más tarde -2010- volveríamos al plano internacional coronándonos campeones de la Sudamericana, último título internacional obtenido por un equipo Argentino.

Nada de todo esto puede apagar esta angustia. Esta desazón. Esta claro, y que nadie se confunda: el fútbol es un deporte. Y solo eso. Pero no podemos obviar la forma en que se siente el fútbol en este país, y el componente altamente pasional, folklórico e irracional que cargamos quienes somos hinchas fanáticos de nuestros colores.

Este día será una mancha negra imborrable para independiente. Para un historial cargado de gloria, de mística, del cual un país pudo sentirse orgulloso en más de una etapa de la historia profesional de este deporte. Porque el rojo es eso, es el club de todos. Es el club que supo ser embajador futbolístico de argentina, y que supo -a través de sus éxitos- cosechar simpatías más allá de su propia hinchada. Independiente es grande. Es muy grande. Por eso no tengo dudas de que vamos a volver muy pronto. Y que vamos a hacer de esta angustia de hoy nuestra futura fortaleza.

Pero sin olvidar, Rojo. Sin olvidar a quienes nos pusieron en este lugar. A los hijos de puta que se apropiaron de mi Club, como una jauría de animales. A esos, que subestimaron tu historia, que se pasaron por el culo tus logros, ni olvido ni perdón.

Se que vas a volver. Porque los grandes pueden tener tropezones. Pero nunca caen. Te pido una hazaña más, Independiente. Una como la del ´77, en Córdoba, cuando empataste con 8 jugadores un partido arreglado por el poder político de turno, que no disimuló en ningún momento su simpatía por Talleres.

Volve pronto Rojo. Y que esta angustia otoñal del 2013 sea solo un recuerdo pasado. Se que a así va a ser, te veremos resurgir. La historia -tu historia- así manda.

@JoaquinitoAzcu

Santa fe, 9 de Junio de 2013

Despenalización: entre fanatismos y caminos de piedra

Lo que voy a narrar a continuación es algo surrealista, pero sucedió, y fua hace apenas algunos días. Jueves soleado, temprano por la mañana me encuentro en tribunales -lugar donde la democracia y las ideas deberían ser defendidas como una trinchera- con la idea de hacer autenticar algunas fotocopias de mi titulo. Llego al escritorio, el Secretario de Oficina sella las copias, y me pide que me dirija hacia la Caja para abonar el arancel. Inmediatamente después de pagar el sellado, y presto para dirigirme nuevamente el escritorio del Secretario para hacer firmar las copias y dar por finalizado el trámite, me increpa una Señora/Señorita: "Ojalá que cuando ejerzas no te drogues". Yo, sorprendido respondo "Perdón?", "Vos sos el que salio en la Tele por el tema de la marihuana, no? Bueno, que espero que cuando te toque ejercer no te drogues, no te da vergüenza andar fomentando el consumo?". Reacción: "Mira baja el tono, y no me faltes el respeto. No tengo idea quien sos", comienzo a caminar hacia escritorio del Secretario con algo de fastidio y vergüenza, ya que este circo fue armado frente a una cola de gente que escuchaba atónita. La muchacha, de unos treinta y tantos, montada en cólera con mi respuesta, empieza a seguirme hasta el escritorio, y con voz alta me dice "Que no me conoces? Soy XXXXX" -no registre su nombre, mi indignación a esa altura por el mal momento nublo mi capacidad cognitiva-. A eso le respondí con un gestito de manos, simil "Talk to my hand". Finalmente la muchacha se fue. Mi cara de sorpresa e impotencia debe haber sido muy contundente, la del Secretario de certificaciones, a quien tenía en frente y había sido testigo privilegiado del hecho, más aún. Le doy las copias, y en búsqueda de algo de complicidad con él me surge preguntarle "Vos podes creer lo que hizo esta mina?". Firma las copias, levanta la vista, y me dice "No le des bola, vos seguí para adelante, seguí caminando". Difícil imaginar una mejor respuesta, apropiada, certera, de alguien que no conozco, y sobre quien no tuve el reflejo de preguntarle el nombre.

No se puede ser ingenuo, y desconocer que la temática de la despenalización es compleja, genera escozor, y divide opiniones. Y por esa misma razón siempre somos muy cuidadosos a la hora de hacer nuestro planteo. A mediados del 2011, Sebastian Basalo, director de la Revista de Cultura Cannabica THC, fue víctima del fanatismo puesto al servicio de un dogma: En un programa conducido por Gerardo Rozín, en el canal C5N, le fue lanzado, en vivo, un vaso de agua en la cara por parte de Claudio Izaguirre, de la Asociación Antidrogas Argentina (Triple A, preferimos no creer que la coincidencia en las siglas sea una casualidad), personaje acercado al líder del Partido Neonazi, Alejandro Biondini. Después del episodio que me toco vivir en Tribunales, puedo decir que tuve mi vaso de agua en la cara. Lo cual, lejos de acobardarme, me da más fuerza e impulso para seguir haciendo planteos, y hablar de este tema, del cual ciertos sectores de poder preferirían no hacerlo.

Cuando hablamos de despenalización y nuevo abordaje de estupefacientes en argentina, nunca lo hacemos con la idea de fomentar o relajar la idea del consumo. Pero tampoco podemos tapar el sol con la mano y negar que las consecuencias que trajo aparejada la ley nacional 23.737, tras 24 años de aplicación, son insostenibles. La misma no fue -ni es- una herramienta útil para combatir el narcotráfico, no ayudó a reducir los niveles de consumo, y multiplicó por las nubes el número de causas penales a consumidores con cantidades mínimas -quienes desde el 2009 se encuentran amparados por el fallo Arriola, que determino la inconstitucionalidad de la ley en esos casos- lo cual provocó una saturación el Sistema Judicial.

Y por otro lado, también es cierto que detrás de la posibilidad de fumar o no un cigarrillo de marihuana se juegan cuestiones conceptuales muy pero muy profundas. Detrás de esto estamos discutiendo nada más ni nada menos que los alcances de nuestra libertad individual, los limites del estado, y la posibilidad que tienen nuestros representantes de imponernos un modo de vida determinado, bajo parámetros decididos por no sabemos quién, creyendo -o queriendo hacernos creer- qué cosa es lo mejor para cada uno de nosotros. Algo muy propio de la modernidad, y de la concepción del bio-poder, en términos de Michael Foucault. El control de los cuerpos, en el marco del aparato de producción económica, y la sociedad de consumo. Combo explosivo.

Lo peor que puede pasarnos como sociedad es caer en el oscurantismo, y naturalizar el ‘que eso no se dice, que eso no se hace, eso no se toca’. Cada vez que lo hicimos tuvimos fuertes retrocesos sociales y culturales. Hoy la realidad determina que existe un problema complejo con el tráfico y consumo de estupefacientes en argentina, y seguir tirando la mugre debajo de la alfombra no ha dado, al momento, ninguna solución. Por eso, a pesar de la intolerancia, a pesar del fascismo disfrazado de razón, hay que seguir militando la despenalización mas que nunca. Tenemos un planteo serio. Fundamentos claros que avalan nuestra posición. Bienvenido el debate democrático.

En fin, para cerrar, me quedo con la reflexión del secretario de tribunales que desarrolle mas arriba. A pesar de que el camino sea sinuoso y este lleno de piedras, hay que mirar para adelante. Y seguir caminando.

@JoaquinitoAzcu
Santa fe, 9 de Mayo de 2013


Marchas, contramarchas y contrariedades: Bello Abril

Viernes 19A. Abro las cuentas de mi perfil en diferentes redes sociales. Y si, el día después de otra jornada de protesta de gran magnitud en nuestro país deja sus rastros, sus marcas, en muros, tweets, en correos electrónicos. Amigos, conocidos, compañeros de militancia de diferentes espacios, transforman estas herramientas digitales en eventuales trincheras ideológicas desde donde disputan sus verdades relativas. Es que mucha es la tela que dejo para cortar este 18 de Abril. Y acá viene mi aporte, que quizá pueda ayudar a construir la verdad colectiva. Que es, en definitiva, la suma de todas nuestras verdades relativas.

Debo empezar reconociendo que, a diferencia de los anteriormente autoproclamados “cacerolazos” del 13 de septiembre y 8 de noviembre de 2012, en esta oportunidad, la adhesión de pensadores que respeto muchísimo -por dar algunos ejemplos Beatriz Sarlo y Roberto Gargarella- me hizo un poco de ruido. No creo que haya sido definitorio en cuanto a un viraje de mi punto de vista, pero es innegable que cuestiones así exigen ser más agudos a la hora de expresar las ideas, y darles una vuelta de tuerca a nuestros razonamientos.

Hay que empezar por decir que lo de ayer fue atípico. Que cientos de miles de personas se movilicen no es un dato menor, ni es un hecho normal. Sean por las causas y motivaciones que sean. Nunca se puede subestimar tamaña cantidad de gente caminando por la calle, en todos los rincones del país, aunque se lo haga de manera esporádica. Es que hay algo muy llamativo en todo esto, y es el hecho de entender que, instintivamente o no, un segmento importante de nuestra sociedad decide hacer valer unos de los derechos más importantes y genuinos al que nos asiste nuestra Constitución: el de la protesta. Derecho inmanente. Que nos pertenece. Y que ningún gobernante,sea del color político que sea, no los concede, ni tampoco nos lo puede sustraer.

Pero se me hace inevitable seguir remarcando que las cuestiones que me generan contrariedad no son muy distintas a la de las dos anteriores marchas. El multiconsignismo ecléctico, propio de un formato de protesta sui generis, sigue siendo, quizá, lo que más ruido me hace. Participo activamente en el Partido Socialista desde los 18 años. Y jamás milite para estar "en contra de". No me mueve el odio. Ni la irracionalidad. Sí las convicciones. Y si algo tengo claro es que al Gobierno Nacional hay que ganarle la calle. Pero todos los días, todo el año. Ayer me toco leer pancartas con consignas que banco y defiendo a muerte: Defensa de la Educación Pública, No a la Megamineria, No alFracking, Por una Reforma Judicial verdaderamente Democrática, No a la ReRe. El tema no eras esas consignas, con las que uno no puede dejar de coincidir. Sino las otras. Las que rozaban un espíritu antidemocratico.

Y de repente estoy hablando de democracia. Por que es en este tipo de acontecimientos donde afloran y se patentan usos engañosos sobre el sentido, alcance y esencia del sistema democrático. Diariamente se cometen muchos lapsus -facticos y lingüísticos- en nombre de la democracia. Por parte de oficialistas, pero también por parte de ciertos opositores. Lo que vimos ayer no es LA DEMOCRACIA.Es, en todo caso, una de sus expresiones. Una de sus formas. Que muchísima gente haya salido a la calle no implica que nuestra intensidad democrática sea mayor. No siempre la cantidad hace a la calidad. Sobre todo si tenemos en cuenta que muchos de los que ayer protestaron siguieron pidiendo que este Gobierno “se vaya”, o que dimitiera. De la misma forma, pero en la otra vereda, el Gobierno nos quiere vender como democrática una reforma nada más ni nada menos que a uno de los tres poderes que sustentan nuestro sistema de gobierno, sosteniendo, por ejemplo, que elegir por voto popular, y en listas partidarias, a los integrantes del Concejo de la Magistratura es profundizar el sistema republicano. Clima de época: hablar de democratización, sin permitir mover una coma de los proyectos enviados al congreso. Cuidado, señores. La democracia como coartada, de un lado y de otro,puede tener resultados nefastos.

Hago un paréntesis y provocadoramente pregunto, cuántos de los que marcharon ayer, y cantaron “se va a acabar la Dictadura de los K”, votaron a este Gobierno en Octubre de 2011? Tamaña paradoja, verdad? Solo hay una verdad en todo esto: si hubiera una oposición política consolidada, no hubiera habido marcha.

Ya lo hice en mi columna sobre el 8N. Y vuelvo pedir perdón por no poder pensar algunas cuestiones de otra manera, mi militancia política determina mucho mis razonamientos, pero no puedo dejar de marcar que esta gran protesta es la muestra fáctica más contundente de la debilidad que tenemos hoy los partidos políticos. Es asumir tácitamente nuestro fracaso, nuestra imposibilidad de pensar la política desde nuevos paradigmas, de lo costoso que se nos hace repensar propuestas y formatos de participación atractivos, y aggiornados a los tiempos que corren. En la medida que esto sea así ninguna organización podrá canalizar todas las demandas que se vieron ayer en la calle. Y mientras esto no suceda me permito ser un poco más escéptico que de costumbre, ya que las posibilidades de construir una alternativa real, de construir un contrapoder,que haga girar la rueda de la historia en el sentido del progreso, son cada vez más lejanas. Y lamentablemente en este escenario la disputa política seguirá siendo entre el conservadurismo administrativista entusiasta de Scioli, la vuelta de las recetas neoliberales de Macri, y, como mucho, algún candidato que pueda instalar el Kirchnerismo en diáspora. Todo arbitrado desde las grandes usinas mediáticas: La Corpo, y la ContraCorpo.

Sé que muchos no van a compartir estas palabras, y reconozco que hay cierta pulsión catártica en la columna. Pueden putearme con tranquilidad. Todo aporta. Pero también la idea era un poco esa: provocar. Por mi parte voy a seguir aportando en la construcción política de una herramienta que transforme verdaderamente la vida de la gente. Sin atajos,ni agachadas. Y con el compromiso que exigen los tiempos que corren. Al fin y al cabo Trotsky tenía razón: “Qué dicha la de vivir en tiempos tan trascendentales”.


@JoaquinitoAzcu

Santa fe, 19 de abril de 2013

33

Los años fueron pasando y pasando, casi sin darme cuenta. A partir de mañana será 33 el número que signará los próximos 365 días de mi vida. Sin querer fui entrando en eso que los mortales conocemos como Adultez. Entrar en la adultez tiene el sinsabor de muchas cosas. Del hecho de empezarnos a entender como sujetos autónomos. De empezar a entender, a martillazos, que las decisiones que tomemos nos pertenecen en su totalidad. Así como sus consecuencias. Que ya nada es lo que era. Pero que eso no tiene porqué ser necesariamente malo.

Así las cosas. La realidad es eso: Realidad. La realidad como límite. Como lo fáctico. Es lo que sucede aquí y ahora, mientras escribo estas líneas deshilachadas y sin un rumbo muy claro, pero que desbocadamente parecieran querer salir. Lo real es -también- lo que ya sucedió. Y eso que ya sucedió, mal que pueda pesarnos, no podemos modificarlo. Somos en parte eso. Somos también lo que hicieron de nosotros. Y lo que supimos -y pudimos- conseguir.

Pero a veces, muchas, me pasa que no quiero ser adulto. Porque esa realidad que nombraba anteriormente, en esta etapa de la vida al menos, suele cachetear fuerte y muy seguido. Y no se porqué, pero es en esos momentos donde surge esa necesidad física de volver a ver a mi vieja, recostarme en su regazo, abrazarla por la cintura y transportarme a un mundo irreal. Como si viviera en una fabula. Como si no hubiera mundo. Ni facticidad. Y transformarme, quizá, en El niño de los Aromas, personaje de ese hermoso cuento que ella nos supo regalar de chicos. Que pueda acariciarme, como solo ella sabia. Que pueda decirme “mi negro”. Una vez mas.

Parece que esta empecinada, la Sonia, en seguir apareciendo. En mis memorias y en mis sueños. Algo de esos empecinamientos, para bien o para mal, seguramente son heredados. Empecinamientos que sirven para avanzar. Que a veces obturan, pero que ayudan a seguir caminando. Pero ella... ella es una topadora. En mi cabeza su sola presencia anula cualquier cosa que circunde. Tal cual como lo fue mientras vivió. Era como esos grandes actores Hollywoodenses, que cuando aparecen en cámara no podes sacarles la vista de encima, por mas que en escena pueda haber otros personajes. Por contar con ese magnetismo, propio de los distintos.

¿Cuántas vidas vivimos? ¿Cuántas vidas morimos? ¿Cuánto podemos seguir extrañando a alguien? ¿Hasta dónde puede un hecho puntual marcar a fuego nuestra existencia? ¿Cuánto es el tiempo necesario para empezar a asumir una pérdida? ¿Existe?

No hay respuestas para todo. No estoy seguro si en necesario que las tenga que haber, tampoco. Es que los neuróticos somos así, vió? Y nos da por escribir columnas con tono depresivo un día antes de un nuevo cumpleaños. Tan típico. Somos las primeras tres páginas del prólogo de las obras de Freud. ja. Y en el momento en que logramos asumir eso, cuando logramos asumir el patetismo de la condición humana, ya no si se si será necesario seguir buscando tanta respuesta, a tanta pregunta incomprensible.


@JoaquinitoAzcu
Santa Fe, 7 de Marzo de 2013

Spinettiana

Hace exactamente un año, un 8 de febrero de 2012, se presentaba ante mí -como tantas veces sucede- el popularmente conocido como Día-de-Mierda. Aún lo recuerdo. Una jornada de locura, desbordada de actividades. Que se completaría con la sustracción de mi querida Honda Biz. ¿Qué más podía pasar? Pero como es sabido, siempre se puede estar peor. Y esa noticia nos sacudió. El Flaco Spinetta había muerto. Luis Alberto nos dejaba, se iba de paseo eterno al espacio, en esa nave de fibra del Capitán Beto.

La escritura es un arte rodeado de complejidades. Es, quizá, la disciplina artística más enrevesada. Por el simple hecho de que es la escritura la forma en que se plasma la Poesía. Y debo ser sincero: para algunos de nosotros, la poesía, es un tanto inaccesible. No solo en nuestra imposibilidad de comprender ciertas profundidades. Sino en la dificultad que representaría intentar elaborarla, hacer la mixtura precisa de palabras, encontrarle un sentido, una estética, y que no termine siendo filosofía de café de media mañana. Es para elegidos. Solo para algunos.

Y si a eso le sumamos la mezcla de poesía con buena música, tanto más difícil. Pero los “iguales” existimos para eso: para disfrutar de los distintos. El Flaco supo hacer lo que pocos: crear un maridaje perfecto de música y poesía. Su largo recorrido artístico trajo consigo una obra única, emotiva, sorprendente. Aún recuerdo cuando siendo muy pequeño mis viejos ponían el primer disco de Almendra. Muchacha ojos de Papel fue mi entrada al mundo Spinettiano.

El legado que nos dejo el Flaco es invalorable. Es, sin dudas, uno de los hacedores del Rock Nacional, término del que tanto renegó Luca Prodan, cuando decía “El Rock Nacional no existe, el rock es rock”, con cierto escepticismo sobre las posibilidades de elaborar este género en lengua castellana. Pero bien sabemos que Spinetta, con su poesía y composición musical (junto al aporte generacional de grosos como Los Gatos, Moris, Manal, Vox Dei y demases) fundaron un sub-genero con un estilo propio, de raigambre nacional, y que prontamente se difundiría por todo el continente.

Nunca leí a Artaud. O en todo caso lo leí a través del Flaco. Para mi gusto, su mejor disco. O por lo menos es el me llega mas profundamente, y me sigue erizando la piel cada vez que lo escucho. Artaud es una obra que aparece como firmada por Pescado Rabioso, pero que el flaco compuso sobre el ocaso de la banda, y es propia creación en su casi totalidad. Difícilmente podamos encontrar, en el rock nacional, una obra musical que pueda mantener tanta vigencia durante tanto tiempo.

Hace un año nos dejaste, Luis Alberto. Y de ahí en más despertaste esa sed. La Sed Verdadera. No importa, como dijiste alguna vez: “No habrá un destino incierto, ni habrá distancia que pueda alejarme de ti”.


@JoaquinitoAzcu

Santa Fe, 8 de Febrero de 2013

Una Luz que sigue iluminando

Pasaron seis años. El análisis frío de los números me dice que no parece ser tanto. Sin afirmar que ha pasado poco. En circunstancias tan especiales, como esta, la relatividad del tiempo se materializa no en la fría suma matemática de segundos que ya no te tenemos con nosotros. Sino en cuánta es la energía que me ocupa extrañarte. En cuántas apariciones te vuelvo a tener de nuevo conmigo. En mis pensamientos, en mis sueños.

Hace tiempo ando con ganas de escribirte. Pero parecía ser que nunca era el momento indicado. A veces falto de inspiración. En otras afloraron los miedos. Miedos que siempre se presentan y dicen “Hola”, a la hora de remover fibras tan íntimas, que hacen que esos recuerdos hermosos, puedan transformarse de nuevo en angustia.

Pero hoy, 2 de noviembre de 2011, no es así. Hoy tengo ganas de recordarte. Y recordarte tal como te tengo presente en mi cabeza. Con esa frescura espontánea, propia de los espíritus libres. Desacartonada. Frontal. Respetuosa. Conmovedora en tantas ocasiones. Y dueña de una inteligencia admirable. Recordarte de la misma forma en que viviste. Porque esa es la forma que te siguen teniendo presente tus amigas, tus amigos. Que te sigo recordando yo. Y que te siguen recordando mis hermanos y mi viejo querido.

Las lágrimas vienen. Obvio. Imposible escribir estas líneas sin su presencia. Son tantas las cosas que tengo para decirte, y tantas las que me quedan por contarte, que sería imposible abordarlas en este escrito. Alguna vez, un amigo tuyo, muy especial, dijo “Lo que me pone muy mal es no poder seguir compartiendo todas las charlas que pudimos tener. Es como si me quedara esa horrible sensación de que no era el momento de que se fuera”. Nunca es el momento, creo. Y es verdad esto, desde que te fuiste siento que el mundo perdió a uno de su mejores “hijos”. Y es un poco menos agradable seguir habitándolo.

Por eso, cuando evocamos a la memoria, todas estas sensaciones fluyen. Son sentimientos que atraviesan nuestra razón, y con las que tenemos que aprender a lidiar. Y claro que se puede. Eso también me lo enseñaste vos. A mirar hacia delante, a tomar lo positivo de cada experiencia, por compleja que pueda ser. Cornelius Castoriadis, filósofo griego que ahondó sobre le tema de la finitud humana, supo decir que “Nuestra muerte ilumina nuestra vida. Si nuestra muerte carece de sentido, tampoco lo tuvo nuestra vida”. Vaya si así lo hiciste! Una vida cargada de sentido, que supo iluminar e impactar positivamente sobre la vida de otros, conllevo a que cuando te atreviste a dejarnos, una parte de todos nosotros pareciera haberse ido con vos.

Es así, Sonia Luz. Te extraño. Y me gusta poder decírtelo. A pesar de que lo mucho que te enojaba cuando te decía Sonia, en vez de Mamá. Era para pelearte un poco. Y vos lo sabías. Las cosas están bien por acá, a pesar de que tu silencio se haga oír con mucha fuerza. Porque a pesar de eso siempre estas. Tu presencia se siente en cada decisión que tomo, en cada paso que doy. Vos me convertiste en militante de una organización a que quiero, y le debo mucho, pero por sobre todo me hiciste un militante de la vida. En tu nombre, A POR ELLA!!


@JoaquinitoAzcu

Santa Fe, 2 de Noviembre de 2011

Cuando la memoria se traduce en homenaje

La anécdota es recurrente en boca de mi viejo. Al “Pancho” le gusta traerla de la memoria, al fin y al cabo el público siempre se renueva. Corría el año 1983. Año de la apertura democrática. La política por aquellos días se vivía distinta, con muchísima euforia, se había dejado atrás hacía poco tiempo la noche más oscura que tuvo nuestro país. Yo en aquel entonces tenía solo tres años. Era un chiquitín inquieto, pero que ya formaba parte de tradición Socialista: no había acto del partido en Entre Ríos al que mis viejos no me llevaran. Estábamos cerca de Octubre, sobre el tramo final de la campaña Presidencial. Por aquel entonces vivíamos en Rosario del Tala, y se había anunciado el cierre de campaña provincial con un gran acto en Paraná. El cro. Guillermo Estévez Boero era nuestro candidato. Llegamos a Paraná, y el club rebalsaba de gente. Guillermo sube al escenario. Después de un discurso emotivo donde aún tengo un leve recuerdo de su voz tronando por los autoparlates del Club, el compañero Estévez termina con su mensaje. Se baja del escenario, y es automáticamente alzado en andas sobre los hombros de algún compañero. La euforia se adueño del lugar, todos cantaban, todos gritaban y entonaban el “Cambia, todo cambia” de la Negra Sosa, que fue nuestro estandarte a lo largo de toda la campaña. Fue en ese instante, en que la euforia se tradujo en fiesta, cuando le pregunto impacientemente a mi viejo: “Ya ganamos papá? Ya ganamos?” El Pancho se ríe, trata de explicarme que “no”, que “faltaba poco”, pero que todavía no. Y entonces no entendía el porqué de tanta alegría. Momentos más tarde, y con el salón repleto, y las pulsaciones más bajas, se sirve la comida. Casualidades o no, el compañero Guillermo se sienta justo a mis espaldas. Me avisan y me doy vuelta. Veo que en ese movimiento de saludar y saludar compañer@s se le cae una escarapela de Argentina que tenia agarrada de la camisa. Me agacho entre una multitud de piernas y sillas, logro juntar la escarapela, le toco el hombro a Guillermo, se da vuelta y le digo: “Se te cayó”. Sonríe, agarra la escarapela, me alza y me da un beso en la frente. Vaya bautismo. Ese, sin dudas, fue mi ingreso oficial a este Partido. Una imagen cargada de simbolismos.

Sea como fuere, hoy sigo en esta organización. Y sin dudas Guillermo es una suerte de faro que sigue iluminando cuando la vista se nubla, cuando el camino se hace borroso. Hoy son muchos (demasiados) los que recitan sus frases cuasi de memoria, y no se les para de caer su nombre de la boca. No alcanza. No alcanza, si nuestra conducta no condice con lo que decimos. Y esa también es una enseñanza que nos dejó el viejo: la importancia de la coherencia. Y cuánta vigencia cobra esa palabra en estos días.

Buenos amigxs y compañerxs, quería compartir este texto en un día altamente emotivo para quienes somos y sentimos el socialismo. La militancia no descansa. "Siempre se marcha, nunca se llega".


@JoaquinitoAzcu
Santa Fe, 3 de Febrero de 2011.