viernes, 2 de diciembre de 2016

Cuba sos vos


No me voy a detener en el debate vacuo sobre si Cuba es una revolución o una Dictadura. Tampoco quiero detenerme a discutir cuántos fueron los logros y cuáles los excesos de un sistema de gobierno que lleva casi 60 años de existencia en ese país. No pretendo con estas líneas intentar dilucidar falsas consignas, que inexorablemente nos lleven a conclusiones inconclusas, a debates ficticios, a una espiral interminable de argumentos desencontrados: sobre si Cuba SI o Cuba NO, sobre si blanco o negro, River-Boca, Beatles-Rolling's, Billiken o Anteojito.

Y la razón por la que no me interesa discutir Cuba en términos de antinomia tiene que ver con haber llegado a la siguiente conclusión: Cuba sos vos. Cuba sos vos, Cuba soy yo. Cuba somos todos. Debatir Cuba es debatir las contradicciones y tensiones mismas de nuestra condición, o mejor dicho, discutir el zoon politikon Aristotélico, discutir al hombre como animal político. Dudo que haya existido un proceso social y político más impregnado de humanidad que el de la Revolución Cubana, o como dijera Marx, nada de lo humano le fue ajeno. Tanto a Cuba, como a su mayor hacedor y referente, Fidel Castro Ruz.

La muerte de Fidel fue el acto simbólico que puso fin al Siglo XX. Y con ello se reabren nuevos escenarios e interrogantes, tanto para Cuba como para el resto del Mundo, porque el mundo también debe decidir qué hacer con Cuba, nunca debemos dejar de tener presente que existe un Bloqueo sobre la isla, que lleva 56 años. Cada vez que debatamos sobre ese pequeño pedazo de tierra perdido en el Caribe, no debemos perder de vista que -aún hoy- se la continúa sometiendo sistemáticamente a un bloqueo económico y político brutal, situación que puede llevarnos a concluir lo siguiente: no podemos evaluar con la misma vara, e iguales parámetros, los hechos políticos e históricos que rodean a Cuba y compararlos con el devenir de cualquier otro país del planeta.

Y a pesar de esos 56 años de bloqueo, Cuba tiene muchas cosas para mostrar y sentirse orgullosa: es dueña de uno de los mejores sistemas en salud y educación de habla hispana, contando con -según datos de UNESCO- la tasa más baja de analfabetismo. Cuba es el país con menor indice de mortalidad infantil en todo el continente; los porcentajes en materia de inseguridad son los mas bajos de toda américa, y esto es fácilmente comprobable, sorprende ver a cubanos y cubanas caminando por las callecitas de la Habana Vieja o por el Malecón, a cualquier hora de la noche, tomados de la mano, abrazados, distendidos, sin ningún miedo.

Cuba nunca volvió a ser la misma desde la caída del muro en 1989. El llamado Período Especial golpeó fuerte a la isla, viéndose obligada a vivir en una austeridad absoluta. Austeridad que no surgió de haber sanjado aquel viejo debate de los incentivos morales por sobre los materiales, sino del fracaso de la revolución en desarrollar una economía sustentable a mediano y largo plazo, que abandone la dependencia exclusiva del monocultivo de azúcar, y la industria del tabaco.

Pero como dijimos al princio, Cuba tiene su lado B. Dueña como nadie de sus propias contradicciones, así como se pueden mencionar muchos de sus logros, Cuba también es la Cuba de los excesos en materia de control social; de la persecusión incansable a opositores y a ciertas minorías; de la evidente escaces de derechos políticos e individuales. Cuba no es mi modelo político de referencia, tuve mi divorcio con los fusilaminetos de abril de 2003, hecho que en aquél momento dasató un fuerte debate entre los intelectuales de izquierda en el mundo, y que tuvo a Saramago como su principal vocero: “Hasta aquí he llegado”, fue la frase del conocido pensador. Y fuimos muchos.

Entiendo que existen muchas libertades por conquistar, pero que serán (y deben ser) los própios cubanos los encargados de ir abriendo brechas en su propia historia. No lo haremos nosotros desde acá, sentados frente al televisor y rodeados de las bondades que nos propone el capitalismo y la sociedad de consumo -como si realmente pudiéramos ponernos en ejemplo de algo-, ni tampoco lo deben hacer aquellos que, escudados en el discurso de la democrácia y la libertad, han sometido a naciones enteras a lo largo de la historia, al amparo de proyectos imperialistas invasivos.

Quizá la muerte de Fidel termine siendo una contribución más a la historia de Cuba. Quizá la partida de ese lider indiscutido, con sus blancos, grises y negros, sea una bisagra que proporcione aire fresco a ese ideal de lucha por una sociedad más justa e igualitaria, que supo impregnar a esa gesta de 1959. Para que se renueven las voces, para que la palabra recobre centralidad, y la batalla de ideas revuelva todo lo que haya para revolver. Ese anhelo de libertad es el que inspiró Fidel con la llegada del Granma, y que transformó a Cuba en un país digno y soberano, la que debe marcar el paso en la vida de los cubanos. Y que pueda ser esa Cuba, una vez más, quien resignifique y pueda darle un nuevo sentido al principio de autodeterminación de los pueblos.

@JoaquinitoAzcu
Santa Fe, 2 de diciembre de 2016