lunes, 28 de julio de 2014

"Otro Río" (Texto de Sonia Luz Todoro): debatiendo nuevos roles Masculinos-Femeninos

Hoy ponemos alfombra roja en el blog para abrir paso a un notable y preclaro escrito que me acercara el amigo Américo Yuarman -como él mismo se autodenomina-, redactado por mi vieja querida, Sonia Luz Todoro. Ya en el año 1997, la Sonia esbozó algunas ideas referidas a los inevitables avances en materia de género que venían/vienen aconteciendo en nuestra época, no solo abordándolo desde un plano teórico sino también indagando sobre cómo este cambio de paradigma empezaba a vivenciarse en el transcurso de la vida cotidiana.

Podría atreverme a ensayar una suerte de debate ficticio y atemporal con mi madre, en el que me atrevería a discutir alguno de los párrafos del texto, pero sería un tanto absurdo y grotesco de mi parte hacer eso, desconociendo que el mismo fue elaborado hace -nada mas ni nada menos- 17 años. Ese dato lo hace más sorprendente aún: el hecho de que a pesar de que podamos tener tantos años de ventaja y la innumerable aprobación de leyes sociales que han ampliado la visión sobre una perspectiva de género (identidad de género, leyes de protección contra la violencia hacia la mujer, Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer, Matrimonio Igualitario, etc) este escrito aún siga conservando muchísima vigencia.

Sin tanto más preludio, va el texto:



OTRO RÍO

Este es un siglo de continuas mutaciones. Los seres humanos no terminamos de acomodarnos a una nueva situación, cuando ya se está instalando otra que la reemplaza. Quizás por esto las sociedades se han vuelto tan violentas y la depresión se ha convertido en una endemia.

En medio de este vértigo donde quedan pocos lugares sagrados e indiscutidos van ocurriendo cambios en los roles masculinos y femeninos que comprometen la esencia misma de siglos de cultura patriarcal. Pareciera ser que lo que ha marcado en forma decisiva esta transformación ha sido el cambio de actitud de las mujeres. Ella se ha corrido de un estado de sometimiento y pasividad hacia otro de libertad y autogestión, todo en menos de cincuenta años.

El hombre asiste a esta revolución de falda y make up duramente cuestionado en lo que hasta ayer había compuesto las estructuras básicas de su confirmación de varón. Ya nadie hoy lo concibe como el absoluto encargado de ejercer el poder, impartir la ley y ser único sostén económico de su familia. Siempre habrá cerca una señora que le recordará que ésta es una sociedad democrática que le permite tener pensamiento propio y hasta puede disputarle ese poder.

Cuando la humanidad hace su entrada gloriosa a la modernidad va dejando atrás centurias de estancamiento. Hay una explosión de las artes, las ciencias y las costumbres que lo conducen a un camino de permanente progreso. La vida de las comunidades cambia rotundamente. En este salto cualitativo el hombre se enfrenta con su libertad y se descubre como individuo.

En la Edad Media carecía de la posibilidad de decidir por sí mismo. Estaba anclado en un rígido orden social que lo determinaba como artesano, pastor o guerrero y esto se repetía de generación en generación. Pese a esta falta de movilidad no se hallaba aislado, se sentía parte de un orden natural y su vida poseía una significación que le brindaba todas las respuestas. Al transformarse en ser social moderno adquiere la facultad de elegir pero esto no le da sosiego.

El hombre está solo frente a su individualidad y se siente perdido. Este paralelismo con nuestro tiempo nos induce a suponer que algo de aquello podría estar ocurriendo. El mandato social que fijaba cual era el lugar que debían ocupar los hombres y mujeres ha caído en total desuso. Ya nadie cree en estereotipos. Sin embargo aquellas normas daban un marco de seguridad y pertenencia donde el conflicto quedaba acotado.

A la hora del balance ni féminas ni caballeros podemos establecer cuánto se ha ganado y cuánto perdido en este cambio.

Más allá de situaciones provocadas por resabios machistas que se resisten a desaparecer hoy las mujeres estamos liberadas a nuestras propias decisiones y esto parece fantástico. Pero hacer pie en lo público para buscar un espacio de auto abastecimiento y crecimiento personal sin abandonar nuestro universo privado genera fatiga y mucha zozobra.

También el varón extravía la brújula cuando debe cuidarse en sus dichos y actitudes para no ser considerado un cro-magnon irremediable, además de tener que aceptar que a la dura batalla que el mundo actual le impone, se le ha sumado un nuevo competidor: la mujer y por lo tanto se enfrenta a nuevas reglas de juego.

Todos estamos rodeados de circunstancias a veces extraordinariamente favorables y otras notablemente adversas. Ideas, modas, hábitos, todo muere joven. Su utilidad es precaria y efímera. La perdurabilidad caduca a cada minuto.

Cómo entonces arriesgar una definición categórica sobre qué es hoy ser hombre o ser mujer. Difícil.
Todo está demasiado confundido y la soledad golpea nuestras vidas. Nos sentimos huérfanos de referentes que le daban sentido a la existencia y vemos imponentes cómo nuestro andamiaje de creencias y valores se va desmoronando.

Este panorama tan sombrío parece no dar lugar a la esperanza. Sin embargo aún cuando arrecia la derrota los humanos al final siempre hallamos el camino y esto ya se está notando.

Hombres y mujeres comenzamos a visualizar al otro como alguien a quien no debemos someter o proveer, al que debemos demostrar cuán autosuficiente, superiores o mañosos somos.

No renunciar a nuestra identidad sexual, incorporando todo lo nuevo sin provocar instancias bélicas, propiciar un encuentro más relajado y más auténtico.

Particularidades aparte, lo bueno es redescubrir desde mi condición de mujer que el varón sigue siendo el mejor invento de la creación para movilizar nuestros sentimientos y nuestras hormonas.
Compartir el amor con un señor todavía es un hecho conmovedor y vigente que asegura nuestra estadía en este planeta espléndido.


Sonia Luz Todoro

(Estos textos fueron publicados en la recopilación “Desde el taller”, integrada por producciones del taller de escritura de Luis Salvarezza, en diciembre de 1997).



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